Alaska y Denisse
El 25 de julio de 2018, el cuerpo de Alaska Contreras, una mujer trans, fue hallado en Martínez de la Torre, Veracruz. Un alambre de púas alrededor de su cuello daba testimonio de que en su muerte abundó la saña.
De unos 25 años de edad, se comentó que cursaba la carrera de estilismo. La realidad es que esta chica engrosa la fila de docenas de muertes similares en el estado de Veracruz.
Para una amiga de Alaska, las cosas se irían tensando cada vez más: Denisse Cerón había declarado lo que sabía de los potenciales asesinos de su compañera. Y poco a poco, el miedo le fue cubriendo hasta valorar una obviedad: moverse de vecindario con frecuencia. El temor de que el asesino de Alaska andaba por ahí, la atenazaba.
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Dedicada al sexoservicio, Denisse hizo lo que docenas de chicas hacen para evadir a padrotes, dementes, mafiosos y al peligro inminente: con unos clientes por aquí y otros por allá, se dio a la carretera y los atendía en Xalapa, el Puerto de Veracruz y Puebla, para regresar a cargar pilas a Martínez de la Torre.
Justamente en el corredor Martínez de la Torre-Teziutlán, participaba en una ONG, “Manos en Rosa, A.C.”, haciendo voluntariado.
El moverse de un lado a otro le generó el sentimiento de todos los que hemos sido perseguidos más de una vez: creer que el peligro no llegará si nos movemos lo suficientemente rápido, pero no fue así.
La noche del 17 de enero de 2023, Denisse andaba al parecer, trabajando. Se comenta que comió con unas amigas y luego se fue a lo suyo. El punto es que apareció en los Mercados de Abasolo y comenzó a discutir con dos hombres. La discusión terminó con una golpiza.
Molida a golpes, Denisse quedó moribunda, en el piso. Pasó una eternidad para que venturosos paramédicos llegaran a auxiliarla y la trasladaran al Hospital Regional de Alta Especialidad. Ahí murió.
Tuve la oportunidad de ver una fotografía que los amigos de Veracruz me enviaron: ahí aparece Denisse, con el rostro bañado en sangre, tan tinto como el piso cercano a su cabeza. Su pequeño bolso vomita efectos personales y un hilo de costura está quedo, por sus piernas, inmóviles.
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Los Mercados de Abasolo son tierra de nadie y de la delincuencia que azota al Puerto. Todo lo mundo lo sabe, hasta la autoridad. Nadie metió las manos por ella y cuando el miedo congela de esa forma, se muta de la parálisis a concluir que todos somos culpables
En menos de cinco años, cinco personas dedicadas al sexoservicio han muerto en la zona de los Mercados. Al parecer, no son suficientes para que la impunidad y la inmunidad dejen de hacer lo suyo en ese rincón invisible para la ley y el Estado.
¿Alaska y Denisse están vinculadas por la misma sospecha de muerte? Eso tiene que aclararlo la autoridad. La que exista, si es que es el caso.
*ARD