¿Somos verdaderamente libres?
La libertad humana es un concepto social que reconoce la capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad de los demás, es por ello que juega un papel importante en el progreso humano.
Medir qué tan libres somos se vuelve una tarea compleja, sin embargo, desde 2008 el Instituto Cato de Massachusetts y el Instituto Fraser de Canadá, se han dado a la tarea de impulsar una serie de investigaciones para crear el Índice de Libertad Humana.
Este indicador engloba la libertad personal, civil y económica, por lo que representa un recurso muy valioso para ayudar a observar de manera más objetiva las relaciones entre la libertad y otros fenómenos sociales y económicos, así como también las maneras en que cada una de las distintas dimensiones de la libertad interactúan entre sí.
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La edición más reciente de este índice fue publicada a finales de 2021 y en ella se incluyen 82 indicadores que describen libertades personales y económicas de 165 países, en los cuales habita el 98% de la población mundial, por lo que se convierte en la medida más integral de la libertad, creada hasta ahora.
Algunos de estos indicadores son: Estado de Derecho, seguridad, movimiento, religión, expresión e información, relaciones, moneda sólida, sistema legal y derechos de propiedad.
Los resultados del estudio más reciente de este tipo, construido con datos de 2019, muestran una clara tendencia en el declive de los derechos fundamentales, incluso antes de que el mundo experimentara la pandemia del COVID-19 y sus efectos sociales y políticos.
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Desafortunadamente, la distribución de la libertad se da de una manera desigual en el mundo, ya que mientras el 14.6 % de la población mundial vive en el cuadrante más alto del indicador, el 40.3% habita en el cuadrante más bajo, con lo que se visibiliza que la brecha entre los más libres y los menos libres se ha ensanchado desde 2008.
El declive de la libertad afecta a países grandes y pequeños, a las dictaduras y a las democracias, y a todas las regiones del planeta. Las áreas que presentaron las caídas más importantes a nivel global fueron la libertad de expresión, la libertad de religión, la libertad de asociación y de reunión, así como de sociedad civil.
Las razones para el declive de la libertad varían. En algunos casos, los líderes democráticamente electos son aspirantes a autócratas, amplificando su poder suprimiendo la oposición, la expresión, el derecho de asociación e incluso de culto y de relaciones.
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Lo cierto, es que la libertad está estrechamente asociada con la prosperidad y mejoras en el bienestar. Los países en el cuadrante más alto del índice, por ejemplo, tienen un ingreso por persona mucho más alto que aquellos en el cuadrante más bajo.
Es por ello que para responder la pregunta si somos realmente libres es imprescindible analizar no sólo las garantías individuales que podemos o no ejercer. Tampoco responde la pregunta el simple hecho de vivir como tal en un país que use a la libertad como una de sus banderas y que abiertamente escuche a sus ciudadanos.
Será necesario analizar el régimen jurídico y económico, así como su incidencia real en el estado de derecho, división de poderes, régimen de libertades y desde luego la propia democracia.
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La libertad es un aspecto integral, que afecta a todos los niveles y en diferentes ámbitos, por lo que sólo al conjuntar los resultados de los diferentes aspectos podremos responder a esta interrogante.
En una próxima edición de esta columna tocaré el análisis sobre cómo se encuentra nuestro país en este ranking y cuáles son los aspectos más relevantes de este posicionamiento.
Sólo así, siendo verdaderamente libres podremos alcanzar un nuevo régimen político más liberal y desde luego más justo para todas y todos.
*ARD