Quimera de sangre
La secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez, tuvo a bien informar que, en los últimos 9 meses “hay una tendencia sostenida a la baja de los homicidios dolosos”.
Así como lo lee usted.
Las matanzas en Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas y en docenas de poblaciones, son en todo caso, una curiosidad estadística porque solo aparentan lo que en realidad no son.
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Mejor aún, los homicidios dolosos tienen una reducción clarísima del 14.2 por ciento, bajando de 2 mil 635 en febrero de 2021 a 2 mil 260 en el mismo periodo, pero de 2022.
Y para zanjar el tema, la periodista documentó: “la estrategia nacional de seguridad funciona, es la correcta y así se está pacificando al país”.
Quién sabe si en “los otros” de la secretaria Rodríguez están los feminicidios, que en 2021 fueron tantos como 969, una cifra histórica, para mal.
Preguntándole al doctor Mauricio Saldaña, autor del “Ejecutómetro”, aparecen una serie de anomalías respecto a las cifras que maneja el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
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Los hallazgos. El doctor Saldaña apunta que los datos del SESNSP tienen muchas características, menos las vinculadas a la confiabilidad.
Aquí van sus observaciones.
1.-Los datos del Secretariado no consideran los homicidios vinculados a delitos de alto impacto, particularmente los relacionados con fosas clandestinas. Literalmente, si no hay cadáver, no hay delito de homicidio.
2.-La cifra negra no se maneja en las estadísticas del Secretariado. Dependiendo de la fuente, tal cifra ronda en el mejor de los casos, al 95 por ciento.
3.-Para hacer estadística, primero hay que saber clasificar los delitos y precisamente, la clasificación delictiva depende de las entidades federativas, no de la federación. De hecho, es cosa de todos los días, clasificar equivocadamente a propósito, sesgando los resultados entre distintas modalidades delictivas.
4.-Uno de los métodos estadísticos que se emplean en distintas entidades, es quitar homicidios dolosos y enviarlos a los homicidios culposos. Hay docenas de estudios que exhiben el uso constante de esta forma de maquillaje.
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5.-Si se comparan las Encuestas de Victimización con las cifras del Secretariado, la diferencia es gigantesca, dando a entender que hay una gran cantidad de delitos que no se encuentran en los datos oficiales.
6.-En materia de ejecuciones, la opacidad es absoluta. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha tenido siquiera la intención de generar un modelo especializado. El antecedente más cercano fue de Felipe Calderón que, pese a sus errores y subregistros, daba una noción de lo que ocurría. Y desapareció apenas terminó su gestión el panista.
7.-Si se comparan las averiguaciones previas iniciadas con las averiguaciones previas concluidas, se deduce el índice de efectividad que a su vez permite establecer de otra forma, una especie de “segunda cifra negra”, ya que ésta identifica la capacidad de los Ministerios Públicos y entidades investigadoras para ubicar a los presuntos responsables de un delito.
La cifra, a nivel nacional, de averiguaciones previas iniciadas contra averiguaciones previas concluidas, empata en menos del 20 por ciento, lo que puede dar una idea del gigantesco rezago en los Ministerios Públicos de todo el país.
8.-Otra forma de identificar la confiabilidad de los datos del SESNSP consiste en comparar sus cifras de homicidio doloso con los datos que el Registro Civil de cada entidad federativa maneja a partir de las actas de defunción.
9.-Son numerosos los delitos que el SESNSP ha “incorporado a su estadística” pero no están georreferenciados. Literalmente significa que hay delitos que pueden existir o no existir y son decisiones que dependen de los fiscales estatales.
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10.-Y, por último, considerando que las fiscalías estatales dicen ser autónomas, pueden elegir los criterios que gusten para llevar sus registros, algo que por más que quieran presionar en el SESNSP, no van a lograr modificar.
Así, los subregistros no solamente les convienen a las entidades federativas, ya se vio que también a la propia Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana y a la secretaria responsable de la política de “abrazos, no balazos”.
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*ARD