El drama de Michoacán
La muerte del alcalde. El 10 de marzo, César Valencia Caballero había terminado una reunión con algunos funcionarios del gobierno estatal de Michoacán y del gobierno federal. Siendo alcalde de Aguililla, abordó su camioneta e inició su camino.
Apenas circulaba por la bodega del Palacio Municipal cuando fue emboscado por otra unidad. Le dispararon y dos balazos le impactaron en el pecho. Murió rápidamente.
Se le señalaba por lo bajo que era el candidato de Cárteles Unidos y no faltaban otros que dijeron que este personaje era patrocinado por una fracción de autodefensas, sin que existieran pruebas en su contra.
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Valencia Caballero apenas y probó la política. Originario de Aguililla, su militancia era del Partido Verde Ecologista de México (PVEM); sin embargo, apenas y había sido alguna vez regidor por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) entre 2018 y 2021, cuando el alcalde fue Osvaldo Maldonado Zepeda, también del PRI.
Maldonado Zepeda fue aquel personaje que apenas había tomado posesión del cargo y señaló públicamente que Aguililla disponía de cinco policías para atender a poco menos de 20 mil habitantes.
Señalando la magnitud de la crisis, el priista comentó que, con trabajos había logrado reclutar a siete candidatos como policías, esperando que fueran aceptados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública de Michoacán.
El entonces gobernador Silvano Aureoles comentó a los medios que, según sus cuentas, Aguililla requería al menos de 50 elementos. El gran problema es que, como en innumerables municipios del país, nadie quiere ser policía municipal en una zona de alto riesgo.
El caos de la gobernabilidad. A Maldonado Zepeda le tocó la crisis tras la ejecución de trece policías estatales en esa zona de Michoacán, emboscados en El Aguaje, por el Cártel Jalisco Nueva Generación, el 14 de octubre de 2019, cuando un convoy de 41 policías se había internado en aquel lugar para ir a recoger a una mujer y a su hija, con el propósito de trasladarlas ante un juez, por un conflicto familiar.
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Más de un analista pensó en una confusión, en el sentido que el mando de CJNG supuso que iban a un operativo en su contra. El motivo de la confusión podría tener fundamento si se recuerda que una cartulina que dejaron sobre una patrulla siniestrada decía a la letra que les iba a ocurrir lo mismo “a todos los policías michoacanos lacras que apoyen `Los Templarios´, Biagras, Trollanos y Chocomiles de Tepeque”.
Como se sabe, esa multi ejecución terminaría meses después en un enfrentamiento con Fuerzas Federales, en La Bocanda (colindante con El Aguaje) adonde caería abatida una famosa jovencita sicaria, “La Catrina”, el 11 de enero de 2020. Aquella joven había sido la encargada de la emboscada a los policías estatales.
Pues, de esas crisis venía César Valencia Caballero, efímero funcionario público de una tierra convulsionada por la guerra entre CJNG y “Los Revueltas”, facción de Cárteles Unidos.
Sitiado por semejante combate, la población también resentía la incursión de otros grupos, algunos de autodefensas que de la nada arribaban para, en cuestión de unas horas, derrumbar accesos, dinamitar caminos, tomar brechas.
El episodio más salvaje de los tiempos recientes de Aguililla se dio en la Semana Santa de 2021, cuando se incrementó el Estado de Fuerza en la zona, por parte de CJNG, para de plano arrebatarle el control de la zona a tres “estorbos”: la población civil, el gobierno y, cualquier fuerza armada que estuviera en la zona, sin importar de quien se tratara.
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Tras la escalada, el Internet se esfumó y hasta la electricidad comenzó a faltar, sin olvidar la falta de toda clase de mercancías, incluyendo alimentos procesados.
El Ejército y la Guardia Nacional se fueron haciendo a un lado, mientras la guerra entre CJNG y Cárteles Unidos alcanzó niveles nunca vistos, lo que es mucho decir para esa zona de Michoacán.
En condiciones verdaderamente precarias, fue puesto en marcha el proceso electoral y así, con poco más de 1 mil 500 votos a su favor, ganó Cesar Valencia. La participación de la mitad del padrón confirmó el nivel del desastre institucional.
Todos, son responsables. Cuando llega el misterioso repliegue de CJNG frente a las Fuerzas Armadas en febrero de 2022, se dio un respiro que le permitió operar tímidamente al nuevo alcalde.
Y así, veinticuatro horas después de la muerte de César Valencia, fue ejecutado en la comunidad Las Parcelas de Castillo, su mano derecha, René Cervantes Gaytán, asesor de la presidencia municipal de Aguililla.
Dicen los que saben que no deben olvidarse dos detalles en el marco de la guerra por este municipio y en general, de la violencia estatal. “La Familia Michoacana”, una de las mayores pesadillas de la zona, nació cuando el PRD gobernaba esos territorios.
La mutación de “La Familia…”, que se llamó “Los Caballeros Templarios”, siguió en los dominios de aquel partido. Y, Cárteles Unidos se dio bajo ese mismo ambiente. Claro está que la maximización del poder de CJNG se ha dado en un clima híbrido: el del PRI en Los Pinos y el actual, en Palacio Nacional.
Localmente, el PRD ha gobernado Aguililla por dieciséis años de los últimos veintiuno, dividido en dos periodos: uno extenso, desde 1999 hasta 2012 y otro, breve, de 2018 a 2015.
Primero, el perredismo estuvo en la alcaldía con Raúl Peña Pimentel (1999-2001), Irineo Mendoza (2002-2004), Miguel Ávila (2005-2007) y, Adalberto Fructuoso Comparán Rodríguez (2008 -2011), siendo este último detenido por narcotráfico y enviado a los Estados Unidos adonde enfrenta varios procesos penales.
Desde la salida de Comparán, entró el PRI apenas por un trienio con Jesús Cruz (2012-2014) y Omar Gómez (2014-2015) para darle de nuevo el mando al PRD con Israel Mendoza, de 2015 a 2018 y luego tener un trienio completo con el priista Osvaldo Maldonado, de 2018 a 2021, hasta que llegó el “verde ecologista” César Valencia, dirigiendo al municipio por un escaso año.
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En lo estatal, en 1999, estuvo el PRI con Víctor Manuel Tinoco Rubí (1996-2002). Posteriormente, los gobernadores Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008) y Leonel Godoy Rangel (2008-2012) emanaron del PRD.
El priismo regresó con Fausto Vallejo (2012-2013) quien fue sustituido por José de Jesús Reyna (2013) y como se sabe, regresó Vallejo (2013 a 2014) para luego tener un sustituto sin partido, con Salvador Jara (2014-2015).
Después, regresó el perredismo con Silvano Aureoles (2015-2021) y se dio la llegada de Morena con Alfredo Ramírez Bedolla (2021).
Es decir, que, de 1999 a la fecha, el PRI gobernó 9 años; el PRD, 18 y ha habido espacio para un gobernador sustituto sin partido, por unos trece meses, sin olvidar a Morena que apenas lleva para todo efecto práctico, seis meses.
Dicho de otra manera, la pesadilla de Michoacán y en lo particular, de Aguililla, se incuba en el perredismo, crece en el priismo y se hace gigantesco en el morenismo.
¿Hay un solo culpable?
¿Un solo partido político involucrado?
¿Un único autor intelectual?
No. el miedo y el interés son transexenales y no perdonan credos ni partidos.
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