Si hubiera que resumir el proceso electoral del domingo 5 de junio en los estados de Quintana Roo, Durango, Tamaulipas, Aguascalientes, Hidalgo y Oaxaca, quedaría apropiada una sola palabra: desaseo.
El silencio temporal, un par de horas, a la cuenta de Twitter del Instituto Nacional Electoral (INE) que, como diría el clásico en las elecciones de 1994, no se sabe si cayó o calló.
La colaboración siniestra del grupo de autodefensas “Columna Armada Pedro José Méndez”, conocido por su afinidad al Cartel del Golfo y enemigos cotidianos de los Zetas, que bloquearon el acceso de distintos opositores a Morena en Tamaulipas.
El encierro en Reynosa, con cadena y candado a la puerta de la Primaria José Escandón, de la colonia Electricistas, en el que se presentó el diputado Humberto Prieto, para liberar a las personas que se encontraban al interior del inmueble.
El caos en Durango, sobre el que el gobernador José Rosas Aispuro Torres, informó por la mañana que tenía reportes sobre “cuatro personas no localizadas en el marco de las elecciones estatales”, siendo tres, militantes de la coalición “Juntos Hacemos Historia” (Morena, PT, Verde y RSP) y uno más, de la coalición “Va Por Durango” (PRI, PAN y PRD).
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La quema de casillas en Oaxaca, en Barra de Copalita, municipio de San Miguel del Puerto, sin omitir a las detonaciones de armas de fuego en San Juan Guichicovi, del Istmo de Tehuantepec, en las inmediaciones de la casilla electoral número 1141.
Los 20 encapuchados o más, en Aguascalientes, ataviados con playeras blancas estampadas con la leyenda “Democracia”, dedicados a amedrentar votantes en una casilla del Fraccionamiento Hacienda Nueva de la capital.
Todo lo anterior con las oraciones del embajador Ken Salazar, quien apuntó: “Antes de viajar a Los Ángeles para la Cumbre de las Américas, en la Basílica de Guadalupe, le ruego a la Patrona de las Américas para que ayude a nuestros líderes a establecer una nueva era transformadora para las Américas y la relación”.
Mientras este escenario se daba con la invisibilidad de un secretario de Gobernación que atendiera tanto frente abierto, el presidente Andrés Manuel López Obrador apuntó gozoso: “Estamos supervisando el malecón de Villahermosa. Como diría el compositor Manuel Pérez Merino: ‘Villahermosa, te vistió de fiesta la naturaleza… y bajo tu cielo pintado de estrellas aprendí a querer’”.
Cierto es.
La República se pinta de estrellas que, alineadas no anuncian algo más allá del descontón y la complicidad facciosa, como experimento hacia 2024.
De las anécdotas que se cuentan
El pasado 20 de mayo, se dio el anuncio de un proyecto de inversión por unos 30 millones de dólares, por parte de la ¿odiada?, ¿querida? Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) en el sureste de México.
Según el boletín, la inversión se destinará a “impulsar mercados amigables con el medio ambiente y con ello derivar en un impacto positivo para las comunidades”.
El embajador estadounidense, Ken Salazar, señaló que la inversión “impulsará el desarrollo en esta región, que se suma al trabajo con los gobiernos de Yucatán, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Veracruz”.
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Los expertos señalaron cuatro oquedades en esa inversión y su rimbombante discurso:
1.-Treinta millones de dólares no contendrán el flujo migratorio del sur hacia los Estados Unidos. La suma se diluirá en acciones poco consistentes para siete tiradores; es decir, Yucatán, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Veracruz.
2.-Se avanza en el proyecto de instalar un amurallado militar para sellar supuestamente el ingreso de indocumentados centroamericanos a México, pero curiosamente, aumentan los inmigrantes ilegales detenidos a lo largo de su viaje por el país, como ha sido comprobado en el estado de Puebla.
3.-La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo es una impulsora de proyectos de investigación que le han propinado docenas de descalabros a la gestión de Andrés Manuel López Obrador, exhibiendo incompetencias, opacidades y corrupción.
4.-Y las intenciones de López Obrador no son precisamente de propiciar “mercados amigables con el medio ambiente”, a juzgar por la reforma eléctrica, la apuesta al carbón, el mensaje contra los inversionistas españoles en temas de energías alternativas y el cierre de varias dependencias públicas que atendían asuntos vinculados al cambio climático.
Así que, cabe preguntarse si esos treinta millones de dólares no son en realidad un espejismo y, sobre todo, a cambio de qué se dará semejante inversión, considerando el diálogo de sordos entre el gobierno estadounidense y su par mexicano.
Todo a horas de que empiece la Cumbre de las Américas en Los Ángeles.
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