La consulta popular para la Revocación de Mandato, que se celebrará el próximo domingo 10 de abril, tiene todos los elementos para ofrecer un resultado anticipado y no solo como probable, sino posible.
La Ley Federal de Revocación de Mandato señala en su artículo 58 lo siguiente:
“La revocación de mandato sólo procederá por mayoría absoluta. Cuando la declaratoria de validez que emita el Tribunal Electoral indique que la participación total de la ciudadanía en el proceso de revocación de mandato fue, al menos, del cuarenta por ciento de las personas inscritas en la lista nominal de electores, el resultado será vinculatorio para la persona titular de la Presidencia de la República.
Del mismo autor: Prevaleció la política
“El Tribunal Electoral notificará de inmediato los resultados del proceso de revocación de mandato al titular de la Presidencia de la República, al Congreso de la Unión, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Instituto, para los efectos constitucionales correspondientes”.
Si es vinculante con el 40 por ciento de la Lista Nominal de Electores, no hay que pensarle demasiado, si se recuerda el resultado de la consulta contra los expresidentes, que llegó apenas a poco menos del 8 por ciento.
Un fracaso absoluto.
Y, el artículo 59 de la misma Ley apunta que: “Para garantizar los principios de constitucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones emitidos en el proceso de revocación de mandato, será aplicable el sistema de medios de impugnación, en términos de lo dispuesto por los artículos 41, fracción VI, y 99, fracción III, de la Constitución”.
Así, las cosas, si el presidente López Obrador acelera el proceso de “consulta” sobre la medición de su desempeño, ¿para qué abrir la puerta de la impugnación? ¿No supone abrir más bien un segundo frente de confrontación, si su experimento funcionara?
Del mismo autor: Las dudas de Nuevo Laredo
Un resultado basado en una cifra inferior al 10 por ciento de participación podría ser representativa de la opinión de los mexicanos, solo si se consideraran dos características en términos metodológicos, que en la realidad no podrán cumplirse:
1.-Que las personas que participaron, representen a mujeres y hombres por igual, además de a distintos grupos sociales, así como formas de vida y pensamiento.
2.-Que los participantes, a su vez, sean estadísticamente significativos; esto es, que representen a todas las entidades y municipios del país.
Sin embargo, hay algo más complicado de evadir: la popularidad de Andrés Manuel López Obrador no es de ninguna manera, el equivalente a la medición de resultados de su gestión.
Poniéndolo de una manera sencilla, el que una persona sea simpática no significa que sea competitiva y en sentido inverso, es factible aceptar que hay muchas personas antipáticas que no por ello, son incompetentes.
Prácticamente, no hay rubros de la administración pública de la era lopezobradorista que no estén reprobados, de manera particular, seguridad, economía y salud.
Del mismo autor: Narcomenudeo, causa criminal
Suponer que los ciudadanos van a diferenciar al presidente de su “equipo” de trabajo, suena complicado.
No hay que confundir simpatía con competitividad.
Todos en esta vida tenemos un amigo que es redomadamente incompetente al que no le negamos que nos cae bien.
En este momento, hay algunas decenas de millones de mexicanos que siguen conectados con López Obrador, aunque aceptan que su gestión no ofrece los mejores resultados.
Reducir la medición de la percepción humana a una pregunta, es absurdo y una trampa a la vez.
Pero, antes que señalar que esto es lo que buscan en Palacio Nacional carece de sentido.
Su inquilino quiere ser la agenda nacional en persona.
De eso trata su ejercicio consultivo del próximo domingo 10 de abril, de cada quien depende si acudir o no, el resultado está a la vista, el presidente concluirá su mandato.
fcrisanto00@yahoo.com.mx
Twitter @fercrisanto
Facebook: Fernando Alberto Crisanto
*ARD